martes, 30 de agosto de 2011

Una taza de amor.

Sonaron cinco toques antes de que saltase el contestador, luché con el teclado para poder llamar; no sabía que te iba a decir, ni tampoco qué hacer.
Entonces quedé un mensaje:
     -Esta noche no salgo, no tengo ganas de ruidos, de luces ni de que me duelan los pies por los tacones, no hay ánimo para que me sirvan una copa. Pásalo bien.
La verdad es que sí que quería oír sonidos, bueno solo uno, su voz... Mentía si no tenía ganas de que me dolieran los pies, era el corazón... Y lo que más hubiese deseado en el mundo sería tomar una popa, pero diferente...
     - Por favor, sírvame una taza de amor, bien cargada.